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“CONVERSACIONES CON MARCEL DUCHAMP” POR PIERRE CABANNE: LA VISIÓN DE UN ARTISTA A TRAVÉS DEL RELATO

Autor: Pierre Cabanne (1966). 160 páginas.

Respecto al texto: Recopilado de distintas entrevistas realizadas por el crítico francés Pierre Cabanne al artista también francés, Marcel Duchamp. Se conoce a esta recopilación como la más completa respecto a la vida y obra de Duchamp pues fue la primera vez que el artista aceptó hablar de sí mismo de forma directa y personal.


Respecto al autor: Pierre Cabanne fue un crítico francés nacido el 23 de Septiembre de 1921 que falleció en 2007. Escribió múltiples libre sobre la historia del arte, en especial el arte contemporáneo y más conocido por este recopilatorio de entrevistas.


Esta reseña se basa en el las últimas tres entrevistas de “Conversaciones con Marcel Duchamp”: “La travesía de Le Grand Verre”, “Me gusta más respirar que trabajar” y “Llevo una vida de camarero” realizadas por el autor francés Pierre Cabanne al artista Marcel Duchamp. Cada entrevista es única y narra de manera muy inspiradora, a ojos de un artista, la vida y obra del artista francés. Es muy difícil sintetizar todas las lecturas en un solo texto ya que cada una cuenta con su historia y narrativa particulares. Sin embargo cubrir punto por punto cada entrevista de manera individual también sería un desperdicio por dos importantes motivos: Cada lectura debe de ser apreciada en su totalidad, vistas con un lente crítico y analítico; y porque además pese a que su extensión no es muy grande, es suficiente para prolongar la extensión de esta reseña más de lo que debería. Por estos motivos se hará aquí un esfuerzo por entremezclar y solucionar los inconvenientes de ambos puntos de la mejor forma posible para introducir y esclarecer algunos detalles de las entrevistas antes mencionadas. No obstante se recomienda leer las conversaciones en su totalidad.


Duchamp sin duda fue un artista que puso de cabeza el mundo del arte y de sus creadores. Perfectamente el artista se encuentra dentro de las definiciones absurdas y sin sentido que caracterizan al dadaísmo, y sin embargo del mismo, Duchamp tiene una visión tan compleja del arte que el mismo retuerce y quebranta las propias definiciones que le categorizan. A lo largo de las entrevistas se evidencia la forma tan peculiar de concebir, de denominar el arte. Su relación con la obra es en toda medida, compleja y acuñando el significado coloquial de la palabra, bizarra. No creaba arte como un medio para generar ingresos, o como una forma de expresar las emociones humanas. La visión y el humor de Duchamp iban más allá de las convenciones subjetivas. Precisamente el humor fue uno de los conceptos claves en muchas de sus obras como su alteración a la Mona Lisa o muchos de sus ready-made. El configuraba y organizaba los elementos que le evocaran un sentimiento de risa, que le divirtieran. De lo absurdo, surgía casi que una comedia que le llenaba el corazón y le hacía denominar a sus piezas arte.


Fue muy controvertido por su forma de expresar sus creaciones. Abandonando la pintura a una joven edad según los estándares artísticos de la época, se centró en la creación de obras sin un significado profundo. Para él todo se basa en la transformación y en la relación entre la obra y el público. Para Duchamp una obra de arte era una obra de arte cuando luego de que él mismo disfrutara de su existencia, multitud de personas acudían a ver su creación. No se trataba de la exposición o el reconocimiento, se trataba de la interacción y la afluencia de ideas. Nunca se sintió a gusto por ser reconocido masivamente por su trabajo. Siempre prefirió pasar desapercibido ausentándose de las grandes presentaciones de su obra o de las rimbombantes galerías artísticas. Nunca cobró explícitamente por la venta de sus obras y contrarío a sus contemporáneos, no vivía del arte (En su mayoría o de forma intencional), sino como maestro de francés o de las donaciones/ayudas que su amigo Walter Conrad Arensberg le proporcionaba; un importante coleccionista de arte y amigo cercano de Duchamp.


No era un hombre de participar en grandes movimientos o enormes congregaciones. Si bien participó en algunas organizaciones y comités mayoritariamente a petición de un amigo cercano, rápidamente se apartó de esos espacios al no sentir satisfacción. Pese a la excentricidad de sus obras tenía una personalidad amigable e intentaba evitar el conflicto o las malas relaciones. Muy apacible siempre fue del agrado de sus allegados, y con quienes no formaba un vínculo, prefería la desconexión.

Sus múltiples viajes entre Europa y América influyeron en sus amistades y en su forma de crear arte. Incursionó en muchos cambios pero siempre basándose en su lógica del humor y que le produjera un sentimiento de satisfacción. Muchas de sus creaciones eran la reinterpretación de elementos cotidianos, con un uso ya establecido, a los cuales Duchamp dotaba de un nuevo significado a modo de burla y espontaneidad. Esta forma de trabajar que desembocó en un gran desapego a sus obras también fue un gran influyente en la forma en que veía el dinero. Para él era más que suficiente contar con lo necesario para comer y tener un techo sobre su cabeza, quizá junto algún caprichoso ocasional. Si bien podía ganar grandes sumas vendiendo sus obras, jamás quiso lucrase de ello más allá de unas cuentas monedas y según el valor que el comprador estipulaba. La motivación fue otro elemento clave en su carrera como artista. Si no sentía la motivación de crear algo no lo hacía. Como estaba desligado de usar su trabajo como medio para ganar dinero, o ser asediado por galerías y exposiciones Duchamp tenía la libertad para hacer lo que quisiera cuándo lo quisiera. Incluso una de sus obras más emblemáticas como Le Grand Verre fue dada por finalizada tras un pequeño accidente, tras años de trabajo y por la falta de motivación para completar la pieza; incluso teniendo aún grandes ideas para aportar a la obra.


Marcel Duchamp era un artista único en su tipo, o en cualquier otro. Su forma de expresar sus emociones y canalizar su visión a través del arte eran sin duda singulares. Ser capaz de revolucionar por completo la concepción de “arte” por múltiples generaciones es algo que no toda persona logra. Destacar elementos de uso cotidiano y causar una gran impresión tras solo una pequeña intervención es todo un hito en sí mismo. Por supuesto sus logros no opacan el hecho que su vida y obra estén rodeados de controversias y opiniones polares. Para muchos su estilo de vida no era del todo coherente en muchos aspectos, como tener que rebuscarse unos cuantos centavos en muchas ocasiones no queriendo aceptar un pago por sus obras de arte, pero del mismo modo por ejemplo, ganarse un apartamento a consta de su amigo Arensberg; que por supuesto consiguió precisamente por sus obras y su trabajo como artista. Existen demasiadas personas que le critican lo absurdo de sus creaciones. Si tanto le molestaba ganar dinero por media de sus obras, y sabiendo la fama que tenían, porqué las seguía creando. Alrededor de Duchamp más que nunca la expresión de la subjetividad se hace más evidente que nunca. No existen las respuestas correctas y muy seguramente Duchamp lo sabía. Por eso se limitó a vivir su vida como mejor sentía que era apropiado. Ignorando críticas y comentarios no constructivos para focalizar su atención en aquello que le evocara alegría y paz mental. Rodeándose de amistades que le valoraban como persona y valoraban de igual medida a su forma tan poco ortodoxa (En ese entonces) de ver el arte.


Muy independientemente de la opinión personal que cada quien tenga respecto a este artista francés, es innegable su aporte a la cultura artística en uno u otro sentido. No se puede tapar el sol con una mano así como no se puede negar la revolución que supuso la existencia de Duchamp en el mundo del arte. Exploró nuevos conceptos, redefinió el arte en sí mismo, generó tendencias e inspiró el camino a todo un género de la intervención de la realidad como lo es el arte conceptual.

 
 
 

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